La temporada de ocho episodios sigue las tribulaciones prolongadas de la familia Bridgerton titular, principalmente a través de la hija mayor Daphne (Phoebe Dynevor), quien ha alcanzado la edad en la que el matrimonio y encontrar un pretendiente digno son de suma importancia.
Con sus perspectivas amenazadas por el escándalo, entra en un trato con el duque de Hastings (Regé-Jean Page), altamente elegible y aparentemente apuesto, amigo del hermano de Daphne, quien está decidido a seguir siendo soltero pero dispuesto a participar en una farsa en para hacerla más deseable.
Naturalmente, los dos se sienten atraídos el uno por el otro, una situación que se muestran reacios a admitir. Sin embargo, sus lazos representan solo uno de los elementos jabonosos que rodean a la familia Bridgerton y su círculo extendido, desarrollos narrados por la misteriosa columnista de chismes Lady Whistledown, quien narra los procedimientos a través de la aún muy reconocible voz de Julie Andrews.
El creador de la serie Chris Van Dusen (un veterano de “Scandal” y “Grey” de Rhimes) hace un trabajo creíble haciendo malabares con todos los hilos de la trama variada, erigiendo un nuevo peligro para lanzar en el camino de Daphne y el Duque tras otro.
Sin embargo, hay una lentitud en el ritmo, ya que las contorsiones de “quieren o no quieren” se acumulan en varios frentes. Para cualquiera que haya leído o visto muchas adaptaciones de Jane Austen, es difícil escapar de la familiaridad de ese escenario, incluso con el giro más moderno.
Apostar por productores de pedigrí podría ser una sabia inversión a largo plazo, y la versión más lujuriosa de “Bridgerton” sobre el romance de principios del siglo XIX sirve como un modesto punto de distinción. Sin embargo, sea cual sea el siglo, para un programa que se trata de buscar el amor, la serie no hace lo suficiente para ganárselo.
“Bridgerton” se estrena el 25 de diciembre en Netflix.
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